Las emociones negativas ansiedad, ira, tristeza, depresión son adaptativas para el individuo. Sin embargo, en ocasiones encontramos reacciones patológicas en algunos individuos, debido al desajuste en la frecuencia o intensidad. Cuando tal desajuste acontece, puede sobrevenir también un trastorno de la salud, tanto mental (trastorno de ansiedad, depresión mayor, etc.) como física.

 

En primer lugar, las reacciones de ansiedad, tristeza, depresión e ira, que alcanzan niveles demasiado intensos o frecuentes tienden a producir cambios en la conducta, de manera que se olvidan los hábitos saludables (el ejercicio, dieta adecuada.) y se desarrollan conductas adictivas (tabaquismo, consumo de sustancias etc.) o que ponen en peligro nuestra salud.

 

Las reacciones emocionales mantienen niveles de activación fisiológica intensos, que pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican. Por ejemplo, los pacientes con hipertensión arterial, asma, cefaleas crónicas, o diferentes tipos de dermatitis, presentan niveles más altos de ansiedad e ira que la población general. La alta activación psicológica puede estar asociada con un cierto grado de inmunodepresión, lo que nos vuelve más vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas (como la gripe, herpes, etc.) o de tipo inmunológico (lupus eritematoso, esclerosis múltiples, etc.).-

 

Si bien en varias de las revisiones que se encuentran en la literatura moderna se hace referencia a cómo la salud física interviene en estados emocionales positivos, poco se habla de esta relación en sentido inverso. La salud del hombre es un complejo proceso sustentado en la base de un equilibrio bio-psico-social.

 

La salud y la enfermedad son estados que se hallan en equilibrio dinámico, y están co-determinados por variables de tipo biológico, psicológico y social, todas ellas en constante mutación.

 

Por su parte, las emociones son procesos psicológicos que, frente a una amenaza a nuestro equilibrio físico o psicológico, actúan para reestablecerlo, ejerciendo así un papel adaptativo. Sin embargo, en algunos casos, las emociones influyen en la contracción de enfermedades. La función adaptativa de las emociones depende de la evaluación que haga cada persona del estímulo que pone en peligro su equilibrio, y de la respuesta que genere para afrontar el mismo.

 

La salud humana es un complejo proceso de adaptación en el que confluyen factores biológicos, psicológicos y sociales. La salud, ese estado de bienestar físico, psicológico y social no es patrimonio ni responsabilidad exclusiva de un solo grupo o especialidad profesional. La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que ha de ser entendida de una forma más positiva, como un proceso continuo que tiene mucho que ver con los comportamientos y el estilo de vida de una persona o comunidad, por el cual el hombre desarrolla al máximo sus capacidades, teniendo a la plenitud de su autorrealización como entidad personal y como entidad social.

 

En una persona sana deben reunirse potenciales salutogénicos, tanto a nivel mental como a nivel del soma en completa relación. Es por eso que no se debe pasar por alto cómo influyen los procesos psicológicos de tipo emocional en la salud. Tanto las emociones positivas (alegría, buen humor, optimismo) como las negativas (ira, ansiedad) y el estrés, influyen en la salud.

 

Una de las claves a la hora de entender la repercusión de las emociones en la salud es la conceptualización del proceso emocional. En este, aparecen dos filtros entre la situación interna o externa que desencadena el proceso y la manifestación de las emociones en el sujeto protagonista (Fernández-Abascal y Palmero, 1999). En resumen, la función adaptativa de las emociones va a depender de la evaluación que la persona haga del estímuemocionlo, es decir, del significado que le dé a este y de la respuesta de afrontamiento que genere. Son varios los componentes emocionales que intervienen de manera desadaptativa. Un ejemplo claro es la frecuencia y aparición de la ansiedad, una de las manifestaciones más comunes en los tiempos modernos en los que la dinámica de la vida se hace cada vez más acelerada.

 

La ansiedad tiene utilidad adaptativa, nos ayuda a prepararnos para afrontar algún tipo de peligro pero, en la vida moderna, es más común que sea desproporcionada y fuera de lugar. Por esta razón se ha convertido en un riesgo para la salud, si se presenta en forma crónica.

 

La ansiedad influye, principalmente, en el desarrollo de enfermedades infecciosas como resfriados, gripes y herpes. Estamos constantemente expuestos a estos virus pero normalmente nuestro sistema inmunológico los combate, sin embargo, en presencia de la ansiedad las defensas fallan. Las diferencias en cuanto a la resistencia frente a enfermedades infecciosas se deben, en parte, a las tensiones de la vida. En la medida en que los niveles de ansiedad sean más elevados, mayor será la incidencia de males infecciosos.

Fuente principa:
EMOCIONES Y SALUD
Antonio Cano Vindel y Juan José Miguel Tobal
*Universidad Complutense de Madrid

 


3 comentarios

félix gibbs · 27 agosto, 2015 a las 21:59

Muy claro. Muy buen aporte. Sería bueno profundizar la temática de la ansiedad como preparación ante situaciones de peligro. Si hoy en día son tan altos los niveles de anisedad, pareciera que la realidad toda, al menos desde la fantasía es un peligro…

Ernesto Iglesias · 28 agosto, 2015 a las 10:19

Muchas gracias por tu aporte, Félix. Sobre lo que propones reflexionar, te remito a mi artículo «Señoras y señores: La Ansiedad» que podrás encontrar en esta misma pagina web.

Gabriela Pisani · 28 agosto, 2015 a las 16:40

Excelente articulo¿¿!

Los comentarios están cerrados.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies