Los psicologos decimos que una persona sufre un Trastorno de la Personalidad, cuando su estructura personal, su forma de ser, es diferente al patrón habitual. Significa que su comportamiento, su percepción de los demás, su manejo ante la vida y su autoestima, es decir, los grandes ámbitos en los que nos desenvolvemos todos con nuestro carácter, están «desenfocados», provocando sufrimiento en uno mismo y en los otros. Imaginemos, por ejemplo, a una persona enormemente desconfiada, que es suspicaz incluso con sus seres queridos y que siempre piensa que le están engañando o que se están queriendo aprovechar de ella, humillarla, burlarse, etc.
Los psicologos apuntamos que esta persona tiene rasgos disfuncionales de personalidad de tipo paranoide, hasta el punto de que podría ser tributaria de un diagnóstico de Trastorno Paranoide de la personalidad por su suspicacia excesiva y generalizada. Otros ejemplos de rasgos disfuncionales son la timidez extrema, el comportamiento delictivo, la soberbia excesiva, etc. Como se puede observar, son «formas de ser» constantes, que no obedecen a un mal momento concreto sino que están muy arraigadas en el individuo.
Los principales trastornos de la personalidad con sus rasgos principales son:
- Trastorno Paranoide: desconfianza, suspicacia.
- Trastorno Esquizoide: introversión, solitarios, poco afectivos, insensibles, indiferencia afectivo-social.
- Trastorno Histriónico: hipersensibles, elevada afectividad, superficialidad, etc.
- Trastorno Antisocial: maldad, violencia, agresividad, sin sentimientos de culpa, frialdad.
- Trastorno Dependiente: pasividad, indecisión, falta de autoestima, dependencia.
- Trastorno Narcisista: alta autoestima, falta de empatía, explotación interpersonal, arrogancia.
- Trastorno Evitativo: hipersensible, retraimiento social, evitación de situaciones, ansiosos y temerosos.
- Trastorno Obsesivo Compulsivo: perfeccionismo, obstinación, rigidez, necesidad de control, rituales, limitación social progresiva.