Superar una separación o la desaparición trágica de un ser querido, implica transitar por una serie de fases emocionales que le son comunes a ambas situaciones. Son las Fases del Duelo,  que intentaré resumir de manera clara y pedagógica. Está claro que el ser humano es muy complejo y que no existen moldes emocionales, con esto quiero decir que hay diferentes maneras de vivir este proceso.

 

  • Hay una primera fase de negación, en donde sentimos incredulidad ante lo ocurrido, nos quedamos en shock. Es muy común que en esta fase haya una fantasía de que todo volverá al estado anterior, y la ruptura o la pérdida será sólo un episodio pasajero. En estos casos solemos buscar la soledad,  ocultar la ruptura a amigos y familiares, a la espera de que todo pase.  En las perdidas más drásticas, se suele dejar su teléfono en la agenda, no mover su ropa de la habitación, y seguir una rutina como si no hubiera pasado nada.

 

  • Cuando se comienza a asimilar la ruptura o la pérdida, comienzan los sentimientos de enfado y de ira. Nos preguntamos qué hemos hecho mal, acerca de las razones de la separación, o si podíamos haber estado más tiempo junto a la persona que ya no está. Surgen sentimientos de despecho, la persona se siente herida, y frecuentemente, resentida y rencorosa.

 

  • Posteriormente, y a veces alternándose con los períodos de enfado, la persona comienza a sentirse profundamente triste y apenada. En esta fase aparecen cuestionamientos infundados acerca de si encontrará otra pareja algún día, si gustará a otras personas, si será capaz de recuperarse de este dolor, si le han dejado porque no valía la pena, etc. Es frecuente en esta etapa cierto descuido o dejadez, tanto de los hábitos saludables (en la comida, en lo relativo al ejercicio físico…), como en los hábitos de cuidado personal. Suele ser habitual tener dificultades para dormir correctamente, y despertarse pensando en la ruptura y en la persona que nos ha abandonado. La persona piensa obsesivamente en la relación rota y en la ex pareja, a veces no habla de otra cosa. La sensación de dolor y vacío suele ir acompañada de momentos donde el llanto se hace inevitable.

 

  • Después del intenso viaje por las fases anteriores, por fin, la persona comienza a encontrar cierta paz y cierta tranquilidad. Es lo que se conoce como fase de aceptación. Vamos  asimilando la nueva situación, y comenzamos a adaptarnos a la misma. El pensamiento obsesivo cede y se puede hablar y pensar en otras cosas que no sean la expareja y la ruptura, o la muerte.  La tristeza y la ira se apagan y, aunque la persona no es necesariamente feliz en esta fase, sí que está más tranquila y sosegada y recupera ciertos momentos agradables en su vida.

 

  • Posteriormente, la persona asimila de forma completa lo sucedido, y lo integra en su vida. Se ha organizado y adaptado plenamente a su nueva situación, y se ha recuperado totalmente. Ha creado nuevas redes y actividades o retomado las ya existentes, y es capaz de hablar sobre la ruptura o la pérdida sin emociones intensas.

 

 El tiempo que dura un duelo de este tipo es variable para cada persona, aunque los psicólogos sabemos que dura entre los seis meses y los dos años.fases del duelo

En todos los casos vamos a necesitar tiempo para reponernos, pero hay ciertas actitudes y acciones que pueden ayudarnos a encontrarnos en esta nueva situación de superación del duelo. Por ejemplo, buscar activamente la compañía de amistades y familiares con los que se puedan compartir los sentimientos, y con los que también pueda desarrollar actividades que distraigan y mitiguen, al menos en parte, el dolor y la tristeza.

 

Suele ser útil también evitar o limitar al máximo el contacto con la ex-pareja, o con los sitios frecuentados con la persona perdida, ya que las llamadas o mensajes constantes, pueden mantener la ilusión de que la relación puede recomponerse y alargar todo el proceso. En este sentido, no conviene instalarse en la contemplación de fotos de la pareja, escuchar las canciones que se compartieron con ella, etc. Será de más utilidad limitar el contacto con objetos que recuerden constantemente a la persona perdida, cambiando incluso algunos detalles de la decoración de la casa, si es necesario.

 

Deberíamos poner empeño en no descuidar nuestra alimentación ni nuestra salud: hacer ejercicio físico, salir al aire libre, cuidar nuestro aspecto físico. Desarrollar, a ratos, actividades que centren toda la atención y ayuden a “despejar un poco la cabeza” . Y por supuesto, desarrollar en lo posible un pensamiento adecuado y diferente, centrado en retomar nuestro proyecto personal y no dejarse llevar por ciertas ideas pesimistas que en esta etapa es frecuente que aparezcan.

Ernesto Iglesias Carranza

 


1 comentario

Félix Gibbs · 5 mayo, 2016 a las 17:32

Excelente descripción de procesos que uno ha vivido. Gracias! Estoy entrando en la cuarta fase

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